Un paseo por el Barrio Chino, su huella y su estética arquitectónica distintiva.
Se encuentra ubicado en el barrio Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires. Su arco de entrada se sitúa en la intersección de las calles Arribeños y Juramento a metros de la Estacion Belgrano C.
El barrio chino concentra en pocas cuadras restaurantes, supermercados, y comercios orientales.
La puerta de entrada al barrio es un gran arco y sus dragones guardianes sobre la calle Arribeños. Esta funciona como su eje principal, entre Juramento y Olazábal, expandiéndose por las calles transversales y paralelas.
El imponente arco fue instalado en 2009 y corresponde a la arquitectura tradicional china. Este estilo de puertas se llama Paifang, pues funcionaban como la entrada a un fang, la división más grande de las antiguas ciudades, equivalente a los actuales distritos.
El dinero necesario para su construcción (300.000 dólares americanos) fue donado por el Gobierno de China junto con comerciantes y empresarios chinos locales. El objetivo de la instalación era hacer un regalo para la Ciudad, una gentileza por el buen recibimiento de los argentinos a la comunidad.
Fue trasladado desarmado en cinco contenedores que llegaron al puerto de Buenos Aires desde la República Popular China, y fue ensamblado en dos días y medio. Cuando emplazaron la mega estructura, unos 100 obreros y técnicos (entre los que se encontraban ciudadanos chinos que viajaron exclusivamente como asesores) trabajaron en la obra.
Está elaborado en cemento y piedra. Mide 11 metros de altura y 8 de ancho, tiene tres niveles de tejas y los extremos de los techos adornados con dragones que sirven de guardianes. Cada columna termina con una escultura de un león de piedra tallado en la base.
Sobre la izquierda, justo detrás de uno de los leones se encuentra una placa de mármol conmemorativa de la donación por parte de la comunidad china al pueblo argentino en agradecimiento por su generosidad y como símbolo de amistad entre ambos pueblos.
Si bien este arco fue motivo de discordia porque los vecinos del barrio y los taiwaneses no se identifican con él, lo cierto es que esta entrada hoy es un símbolo del lugar y es imposible no pasar por al lado sin admirar sus detalles.
En las calles consiguientes se encuentran restaurantes y supermercados asiáticos que venden platos e ingredientes exóticos. Además de los típicos negocios de baratijas, hay un par de templos, y otros comercios para la comunidad.
Sobre la calle Montañeses se ubica el templo Chong Kuan, el primer templo budista de Buenos Aires. Fundado en 1988, por el Maestro Pu Hsien, apoyado por la comunidad china de Taiwan. Hoy en día además de ser un centro religioso, ofrece actividades como práctica y curso de meditación, yoga, curso de caligrafía, idiomas y kung fu. La entrada es gratuita y para ingresar es necesario quitarse los zapatos.
Los barrios chinos alrededor del mundo, cambian la fisonomía de la ciudad base pues tienden a edificar y decorar siguiendo su propia estética arquitectónica distintiva. Sin embargo, en el caso de Buenos Aires podemos ver que los edificios no son tan diferentes a los que se encuentran en el resto de la ciudad. Esto se dio por la manera en la que se constituyó este barrio. La zona que actualmente ocupa era originalmente una zona residencial de clase media. La única calle verdaderamente comercial era Juramento, aunque hacia fines del siglo XX, las calles Arribeños y Mendoza comenzaron a desarrollarse como consecuencia de la inmigración taiwanesa que se instaló en la zona, principalmente con la fundación de la Iglesia Presbiteriana Sin Heng Nuevo Avivamiento. La presencia de instituciones comunitarias y religiosas taiwanesas se combinó con locales de baratijas que buscaban captar a los pasajeros del tren, por lo cual, se fue constituyendo más bien como una zona cultural y comercial que como un barrio residencial.
Por lo tanto, si uno presta atención verá que los edificios son más bien iguales a los que se encuentran en otras zonas de Buenos Aires. De la misma forma, no podemos negar que al caminar por sus calles sí te da una sensación de estar en otro país, ya que el aroma de su comida típica, los carteles escritos en un idioma ajeno, las esculturas y los murales, generan un ambiente único en la ciudad.
txt Lola S.