Vida y costumbres de los inmigrantes irlandeses en Belgrano.
Como ya sabemos nuestro país recibió un gran afluyente de inmigrantes, que se instalaron en distintas zonas y formaron colectividades en el territorio argentino que los acogía. Los vastos espacios verdes y las grandes casas quita de Belgrano atrajeron a los inmigrantes irlandeses, que al instalarse en el barrio fundaron la Iglesia de San Patricio, escuelas y establecimientos culturales.
Paralelamente a las luchas por la independencia en el Virreinato de Rio de la Plata, Irlanda era controlada por los ingleses con quienes el pueblo irlandés estaba en conflicto constante por motivos religiosos. Alrededor de 1830 los irlandeses que llegaban se dirigían a Chascomús, Ranchos, Monte, Lobos, Mercedes, San Antonio de Areco, extendiéndose luego por el nordeste de la provincia y sur de Santa Fe y Córdoba.
Eran atendidos espiritualmente por los padres irlandeses Moran y O’Gorman. Tras su fallecimiento, la feligresía solicitó a Irlanda un nuevo capellán. Así llegó en 1844 el reverendo padre Anthony Fahy, predicó y administró sacramentos, y ocupó el rol de “casamentero”, ayudando a que se conocieran los jóvenes irlandeses.
En 1846 cuando un hongo destruyó completamente los cultivos de papa -principal sustento del pueblo irlandés- y se produjo una hambruna sin precedentes, se aceleró la emigración y miles de irlandeses se embarcaron hacia destinos que les ofrecían mayores posibilidades de progreso, entre ellos la Argentina. Estos recién llegados se ocuparon del pastoreo y del cultivo de las tierras de los acaudalados argentinos, con el tiempo, mucho esfuerzo y la guía del padre Fahy pudieron comprar las tierras en las que trabajaban. Es por eso que Belgrano los conquistó, quedaba de camino a sus tierras y además ofrecía hermosos espacios verdes.
Se emplearon en la construcción del Ferrocarril Central Argentino, el mas destacado de ellos en esto fue quizás John Coghlan, que trabajó en obras públicas durante treinta años. Como mejoras en el puerto de Buenos Aires, estudiando las corrientes del río, su capacidad de deposición y la formación de los futuros bancos de arena. Fue el autor del primer servicio de tecnificación de agua en el país. También ejerció la presidencia del Ferrocarril de Buenos Aires a Campana y amplió el recorrido hasta Rosario. A un año de su muerte le asignaron en su honor el nombre de Coghlan a la estación de la zona, cabecera del ramal a Tigre que hoy finaliza en la estación Mitre.
En Belgrano los fieles se reunían en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, pero al crecer la congregación el templo ya no daba abasto. Por lo que en el año 1927, el Arzobispado de Buenos Aires, a cargo de Monseñor Copello, resolvió crear nuevas parroquias. Una de ellas fue establecida en Belgrano R, siendo asignada a los padres palotinos de la Provincia Irlandesa, porque se consideraba la necesidad de contar con una pastoral especial para aquellos católicos extranjeros de habla inglesa. La nueva parroquia fue dedicada a San Patricio, el santo patrono de Irlanda, por una decisión de la autoridad eclesiástica, que deseaba que la ciudad de Buenos Aires tuviera una iglesia bajo esa advocación, como existe en otras partes del mundo.
Comenzó a funcionar en una casa alquilada en Echeverría 3773, como sede provisoria; se abrió allí una pequeña capilla a cargo del párroco Rdo. Padre Thomas Dunleavy, que fue el primer palotino argentino, acompañado por los padres Thomas Phelan, irlandés y Juan Santos Gaynor, argentino.
El 1 de enero de 1928, los palotinos tomaron posesión de la parroquia y de su propio peculio, compraron terrenos sobre Echeverría, entre Estomba y Tronador, y una casa en Sucre 3969, para usarla como casa y secretaría parroquial. Sobre la calle Estomba se levantó una iglesia provisoria. Era de chapa de zinc, con revestimiento aislante por dentro, muy amplia, con capacidad para trescientas personas sentadas, con buena acústica –por no tener columnas–, lo que permitía escuchar perfectamente los sermones.
En el altar mayor se encontraba la imagen de San Patricio y sobre la entrada, una escalera de madera conducía al lugar del coro, donde había un pequeño armonio para acompañar las liturgias. La construcción de esa iglesia provisoria se realizó con los aportes de la feligresía y la colectividad irlandesa de Buenos Aires y del interior. Fue inaugurada el 30 de marzo de 1930.
El primer párroco, el padre Thomas Dunleavy, tuvo una tarea apostólica brillante. Poseía un especial carisma sacerdotal, atraía por su sencillez, su bondad, su sabiduría y sentido de justicia, dones que había desarrollado en varias parroquias y colegios de la provincia de Buenos Aires. Es por ello que muchos que lo conocían de antes, aun viviendo en zonas lejanas a la parroquia, se acercaban a la Iglesia de San Patricio para colaborar con él. Así consiguió un conjunto de fieles que integraron una veintena de asociaciones apostólicas: la Acción Católica, dividida en cuatro ramas, el Apostolado de la Oración, los Vicentinos, las Hijas de María, Catecismo y otras que formaron una amalgama hiberno-argentina.
En el año 1950, se colocó la piedra fundamental del hermoso templo actual, que se levantó tras largos esfuerzos, ya que la colecta especial mensual, disminuía por la inflación de esa época. En la actualidad la imagen de San Patricio se encuentra sobre la nave lateral, debido a disposiciones eclesiásticas relativas a la ubicación de imágenes en los templos. La nave central está coronada por tres hermosos vitraux, con las alegorías de la Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad, que expresan la Santísima Trinidad con que San Patricio convirtió a Irlanda. Su arquitectura ojival, con frente elevado, ostenta la imagen del santo y, a un costado de la entrada, la torre del campanario está coronada con la cruz celta, creada por él. Es el símbolo de la tolerancia. Está compuesta por un círculo que representa al Sol, adorado por las creencias paganas y sobre el que San Patricio puso la cruz, representando la fe cristiana.
Los irlandeses más acaudalados mandaban a sus hijos a estudiar a Inglaterra, pero, al mismo tiempo, con su espíritu caritativo fundaron colegios para que los hijos de los chacareros y puesteros irlandeses pudieran educarse y mantener aquí su fe y sus tradiciones. Para los niños se crearon el Instituto Fahy Farm de Moreno y el colegio San Patricio de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires. En ellos se educaron muchos jóvenes, que luego tuvieron actuación en Belgrano. Para la educación de las niñas, el padre Fahy, solicito a Irlanda el envío de hermanas. En 1899 la Acción Católica Irlandesa fundó el colegio Santa Brígida, dirigido por las Sisters of Mary. A medida que la colectividad se afincaba más en la zona de Belgrano, se fundaron el St. Brendan’s College, el Betania, hoy llamado Juan Santos Gaynor –en honor a su fundador–, y el Vicente Palloti.
Otra figura destacada es la de Cecilia Grierson Duffy, la primera médica argentina. Vivió en el Barrio de Belgrano, en una casa que habitaba con sus sobrinos. Su actividad estuvo signada por una incansable dedicación a la lucha por los derechos de las mujeres. Hoy numerosas escuelas e instituciones médicas llevan su nombre; sin embargo nunca pudo ejercer una cátedra en la Facultad de Medicina, al respecto decía: “… siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la facultad. Pero no era posible que se le ofreciera a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener el título de médica cirujana, la oportunidad de ser jefa de sala, Directora de hospital o profesora de la universidad.”
Las kermeses, los festivales, y las actividades sociales de todo tipo también eran pilar de la comunidad. Estos eventos se llevan a cabo principalmente en dos lugares: los festivales musicales en el Auditorio de Belgrano, sito en Loreto y Cabildo, cuya enorme capacidad se ve colmada, y en el Fahy Club, situado en Congreso 2931. Este club, fundado en 1941, nació bajo el nombre de Fahy Football Club, integrado por exalumnos de los institutos Fahy de Capilla del Señor y de Moreno. A partir de 1944, adoptó el nombre actual. En la parroquia de San Patricio tenía su sede el equipo de Hurling que se denominaba igual que el deporte que practicaban. El hurling es el juego tradicional irlandés, que consiste en llevar o pegar a una pelota con un palo parecido al de hockey, más ancho y plano, aunque se puede pegar a la pelota en el aire. La cancha mide más de cien metros de largo y los arcos son una mezcla de fútbol y rugby. Eran integrantes de este equipo los hermanos Cecilio y Esteban Mc Cormack, Bernardo Fox, Antonio Cassidy, Daniel Horan, entre otros. La influencia irlandesa fue creando en las cercanías de la estación Belgrano R, un polo de la colectividad, al instalarse pubs, restaurantes, casas de regalos y productos irlandeses.
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