Pedro Ferré y Juan Llerena. Constituyentes el uno y el otro en 1853, senadores nacionales por la misma época y habitantes de Belgrano.
Resulta extraño la poca información que encontramos sobre Pedro Ferré y Juan Llerena, siendo que ambos se destacaron como actores de los primeros esbozos de gobierno independiente de nuestro país.
Pedro Ferré es recordado por su recto proceder, por su carácter enérgico y difícil y por sus reacciones políticas no siempre previsibles. Nació en Corrientes en 1788, fue alumno del recordado fray José de la Quintana en el convento de San Francisco y más adelante alternó los estudios superiores con el aprendizaje de la carpintería naval, que le transmitió su padre. De allí provino el apelativo de el calafate que le dieron algunos de sus comprovincianos. En su primera juventud se le confió la jefatura de fuerzas milicianas, cargo que le facilitó movilizar a sus comprovincianos para declarar la autonomía correntina en 1821, al morir Francisco Ramírez, que hasta entonces la gobernaba desde Entre Ríos.
Fue cabildante, diputado al Congreso General local y desde 1824 gobernador intendente y capitán general, cargo para el que fue reelegido y que sólo ocupó hasta la conclusión de la guerra con el Brasil. En 1830 tornó a ocuparlo, ejerciéndolo por tres años, en cuyo transcurso tuvo más de un choque con el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, ambos federales. Los desacuerdos no le impedirían terminar adhiriendo a Corrientes en 1831 al Pacto Federal, como también lo habían hecho Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. Siendo gobernador provisorio hizo alianza con Juan Lavalle, quien al frente de fuerzas unitarias penetró en el Litoral. Ambos coincidieron en darle la jefatura militar a José María Paz, quien terminó por ganarse el encono de Ferré al aceptar la gobernación de Entre Ríos por considerar el correntino que era incompatible el ejercicio de ambos cargos, del mando civil y del mando militar. Eran los tiempos de la victoria de Caaguazú y de la posterior gran derrota de Arroyo Grande, lo que obligó a Ferré a exiliarse en el Brasil.
Vuelto al país, apoyó al gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, para derrocar a Rosas con ayuda del Brasil. El cruce del río Paraná por las tropas rebeladas tuvo en el calafate al hábil organizador de las embarcaciones. Tras el cambio político que vivirá el país, Ferré será elegido diputado por Catamarca al Congreso Constituyente. Para apurar el funcionamiento de la asamblea, Urquiza y sus colaboradores “fabricaron” representante cuando las provincias demoraban en hacerlo. No fue Ferré un diputado “fácil”, discutiendo parte del proyecto y terminando por retirarse cuando hubo discrepancias en materia religiosa, lo que afectaba su condición de católico sin tacha.
Constituido el Congreso Federal, según lo preveía la Constitución, Ferré fue uno de los senadores que desempeñó igual cargo, después de Pavón, en representación de Corrientes. Mitre sabía que sin el calafate no podría contar con esa provincia. Ya anciano, al iniciarse la Guerra de la Triple Alianza ofreció sus servicios al Ejército, los que obviamente le fueron agradecidos pero no aceptados. Quizá buscando la paz y el sosiego de un pueblo de vida tranquila, como el que lo vio nacer, en los últimos años de su vida se radicó en Belgrano, donde falleció el 21 de enero de 1867. Fue sepultado en la Recoleta porteña y en 1964 sus restos llevados a Corrientes y depositados en la Catedral.
Quien pase por 3 de Febrero 1960 tenga un recuerdo para él, que fue, quizá sin saberlo ni sentirlo, nuestro vecino.
Juan Llerena nació en San Luis y estudió en Buenos Aires, Córdoba y Santiago de Chile, donde obtuvo un doctorado en derecho civil. Tras regresar a su tierra natal, se instaló en Mendoza, donde colaboró con Bernardo de Irigoyen, a quien Rosas envió a fundar el diario La Ilustración Argentina, con el objetivo de oponerse y desvirtuar al diario oficial chileno La Crónica, que apoyaba a Domingo. Faustino Sarmiento al ataque. Federación Argentina.
Cuando Urquiza emitió una orden contra el gobernador de Buenos Aires, su colega de Mendoza envió a Llerena a Buenos Aires para expresar el apoyo provincial a Rosas. Terminada la tarea, se instaló en San Luis, donde permaneció hasta principios de 1853, cuando fue elegido sorpresivamente delegado al Congreso Constituyente. Asistió a la reunión de Santa Fe, reprendió las frecuentes ausencias, volvió a su asiento y firmó el texto de la Constitución. En octubre del mismo año, junto con su colega Zenteno, renunció al consejo para no tomar partido por ningún sector que se presentara en el congreso. Viajero infatigable, viajó por medio mundo, anotó, escribió como de costumbre sus impresiones de saber y siguió cultivando también la poesía y los estudios astronómicos. En 1863 el parlamento de San Luis lo eligió senador nacional, lo que lo obligó a dejar Mendoza, donde residía, y viajar a Buenos Aires. Fue un legislador activo, autor de muchos proyectos y un poderoso presidente parlamentario. Finalmente, su labor legislativa se incluyó entre los fundadores del Banco Nacional. Fue postulado por la provincia de Buenos Aires para integrar una comisión que estudia los últimos avances en explotación rural. Por ello, visitó países de los cinco continentes y, al regresar, volvió a encontrarse con él en una obra en diez volúmenes, que realizó en colaboración con Ricardo Newton.
Un resultado inesperado de la gira mundial fue la redacción de otro valioso libro, “Fisiografía y Meteorología de los Mares del Globo”, obra recomendada por el Almirantazgo Inglés y premiada en la Feria de Chicago. Como no se había impreso antes tan digna obra, la Sociedad Científica Argentina decidió publicarla en dos grandes volúmenes en 1888.
Todavía no era apreciado por la generación, pero varias provincias y dependencias lo requerían para controlar asuntos fronterizos, por ejemplo, como lo hizo entre San Luis y Córdoba. El diario bonaerense La Nación publicó gran parte de su información para resolver la difícil cuestión de las fronteras de Chile, y su amor por la astronomía le hizo poseer un valioso telescopio. En 1860 se instaló en Belgrano, que lo consideraba vecino, por lo que ingresó en la Alcaldía en 1869 y en el Cabildo al año siguiente. En 1872 presidió una comisión para organizar una biblioteca pública, y en 1874 otra comisión para instalar alumbrado de gas. Interrumpió su actuación vecinal cuando su provincia lo eligió senador nacional. Después de tres años, volvió a trabajar en el gobierno local: así volvió a integrar el comité municipal y luego asumió la presidencia del consejo escolar. Su afán de publicar le hizo escribir un extenso estudio en 1881 sobre la declaración de Belgrano como capital de provincia. Terminó su día midiendo el firmamento usando un telescopio montado en el techo de su casa.
A su muerte, el 1 de marzo de 1900, residía en Echeverría 2619. Fue el último autor de la Constitución de 1853 y destacado vecino de Belgrano, entonces ya partido de Buenos Aires.
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