Vuelve Burgio la histórica pizzería del barrio de Belgrano.
Burgio abrió en el año 1932 y está ubicada en Cabildo al 2400, se encuentra cerrada desde hace casi un año.
Tras permanecer cerrada casi 11 meses, vuelven la pizza al corte, las empanadas fritas, el horno a leña. En cuanto a la impronta serán inamovibles los azulejos marrones del frente, la barra al costado, y las venecitas al fondo. Como siempre se espera a los habitués del barrio y las salidas cancheras de los hinchas de River y/o Excursionistas. Habrá café, una máquina para elaborar helado y churros.
Todo el barrio espera ansioso el mes de septiembre en el que está programado su reapertura.
El reto de recuperar el histórico espacio, está en manos de la arquitecta Constanza Toma junto a Sebastián Saggese. “Burgio está en el corazón de los vecinos. Por eso, el principal desafío fue respetar la esencia del lugar cómo lo sentían aquellos que van hace tantos años a disfrutar de su pizza”, señala.
Los vecinos se involucran en el proyecto y tienen detalles como traer facturas a los albañiles, pasan y preguntan cómo va la obra, hacen observaciones. “En cada anécdota había un detalle de cómo habitaban el espacio y cómo lo sentían. Sus historias y sus opiniones fueron un eje central del diseño”, detalla la arquitecta.
“Hubo mucho de arqueología web: ese es un término que inventamos en nuestro estudio, Cubit, para pedirles a los millennials que trabajan con nosotros que busquen en las redes sociales de los vecinos fotos de cómo era el local. Así pudimos encontrar detalles como los espejos pintados a mano o un cartel termoformado sobre la línea de despacho”. “Como ya no se hacen estos carteles, hubo que volver a fabricar la matriz especialmente. Y, para eso, crear varios bocetos”, explica Toma.
Gracias a las fotos también pudieron reconstruir cómo era la barra de la izquierda, que ahora irá directamente contra la pared. Inspirados en el mueble con espejo que coronaba el viejo mostrador lateral, construyeron una estructura de madera que sostiene un espejo inclinado. A cada lado, hay una raja de acrílico rojo retroiluminado, tal como fueron los cuatro paneles rojos de antaño.
“¿Va a reabrir Burgio? Me alegraste la vida”, corta la charla con los medios una vecina que supera los setenta. La entrevista se interrumpe otra vez minutos más tarde: entra otro exhabitué, que festeja la vuelta de los símbolos de la pizzería y su barra. Aunque el dasafío es enorme, todo indica que cuando el local reabra medio trabajo estará hecho: devolverle al barrio un clásico y un templo a los pizzeros.