Plazas del barrio. Plaza Castelli.
Entre 1857 y 1875 funcionó en las manzanas comprendidas por Crámer, La Pampa, Melián y Olazábal el llamado “Circo de las carreras”, el primer hipódromo de la ciudad. Con el crecimiento demográfico se aceleró el crecimiento de la ciudad, por lo que no solo se buscó expandir sino también usar el espacio ya ocupado de la forma más eficiente. Estos factores sumados a la creciente popularidad del hipódromo de Palermo llevaron a que se loteara el predio en el que funcionaba “El Circo”.
Dando un gran salto en el tiempo nos encontramos en 2009, momento en que la plaza Castelli es reinaugurada tras una serie de mejoras y tareas de cuidado del follaje realizadas por el Gobierno de la Ciudad. Este trabajo de puesta en valor incluyó un patio de juegos en perfecto cumplimiento de las reglas de seguridad, la reinstalación del Monumento a la Maternidad -realizado por el escultor y docente italiano Pablo Tenti-, la colocación de nuevo mobiliario de exterior, la renovación del sistema de iluminación, y la colocación de más arbustos al paisaje.
La plaza lleva el apellido de Juan José Antonio Castelli, reconocida figura de la lucha independentista de nuestra patria. Juan José nació en Buenos Aires el 19 de julio de 1764 como el mayor de siete hermanos, todos hijos de Ángel Castelli Salomón y María Josefa Villarino. Un dato curioso sobre su persona: era primo segundo de Manuel Belgrano, con quien se emparentaba a través de su abuela materna. El 17 de febrero de 1779 Juan José ingresa al Real Colegio de San Carlos, al curso de Lógica en el que hizo un año. Luego inició Física, que no llegó a terminar porque un familiar acaudalado había testado una cantidad de dinero para uno de los hijos del matrimonio Castelli si este se ordenaba como sacerdote. Los padres de Juan José decidieron aprovechar esta oportunidad y por eso lo retiraron del San Carlos y lo enviaron al Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat, dependiente de la Universidad Real de Córdoba del Tucumán. En este establecimiento coincidió con otros que también se convirtieron en figuras patrias: Pedro y Mariano Medrano, Manuel Alberti, Juan Ignacio y José Ignacio Gorriti, Nicolás Laguna, José Gaspar Francia.
En octubre de 1785, tras cinco años en Córdoba, volvió a Buenos Aires habiendo tomado la decisión de no seguir la carrera sacerdotal, puesto que no sentía ningún tipo de vocación por ella. En agosto de 1786 llega a Chuquisaca -se encontraba situada dentro del actual territorio de Bolivia- para rendir el examen de ingreso a la Real Academia Carolina de Practicantes Juristas de Charcas, al aprobar jura ante el ministro director y otras autoridades. Allí estudió dos años, y entre marzo y abril de 1788 retorna a Buenos Aires, donde se estableció como abogado y estrechó lazos con quienes serían partícipes de la revolución. Como Saturnino y Nicolás Rodríguez Peña e Hipólito Vieytes. En 1794 se casó con María Rosa Lynch y tuvieron seis hijos. Se desempeñó en el Consulado como funcionario colonial y se abocó al periodismo. A través de Saturnino, Castelli se contactó con James Florence Burke quien se pronunciaba a favor de la emancipación de Hispanoamérica de la Corona Española y prometía el apoyo de Inglaterra, pero era en realidad un espía irlandés que reportaba la situación acá a los ingleses. Con su participación se creó la primera sociedad secreta criolla en donde se encontraban Castelli, Burke y los principales colaboradores del “Semanario” de Vieytes, un periódico que pregonaba ideas para reorganizar el Virreinato. El 27 de junio de 1806 los ingleses desembarcaron en Quilmes e invadieron Buenos Aires.
Cuando el 14 de mayo llegan a nuestras orillas las noticias de la ocupación napoleónica, Castelli, Belgrano y Saavedra eran los tres líderes más notorios. El 22 de mayo se celebra el Cabildo Abierto, donde se vota por amplia mayoría apartar a Cisneros de su cargo de Virrey e instaurar un gobierno compuesto por criollos, la Primera Junta. Cisneros quedó relegado al cargo de vocal presidente de la Junta, pero el pueblo desconfiaba de él y cediendo a esa presión también lo corrieron de este puesto de poder. Castelli se convirtió en vocal, y dentro de su desempeño en la Junta votó a favor del fusilamiento de Santiago de Liniers, autor intelectual y líder de una contrarrevolución que se oponía al nuevo gobierno. En septiembre de 1810 adhirió a la campaña del Alto Perú, que tenía el propósito de expulsar los resabios de presencia realista en nuestro territorio. Batalló valientemente hasta que sufrió una derrota en Huaqui que lo obligó a regresar a Buenos Aires, donde el Triunvirato le inició un juicio por haber entregado la victoria en el campo de batalla. Trágicamente, Juan José falleció mientras este se desarrollaba por un cáncer de lengua.
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